Meditación: Esa «cosa» extraña, incontrolable y tan especial

La Meditación, la de verdad, creo que es algo que sucede un día quizás después de muchos intentos o prácticas. Pero sin saber muy bien como, porque no es algo que puedas lograr como dándole a un interruptor. Por eso la llamo esa extraña e incontrolable, y es especial porque lo que te ofrece es algo que no puede definirse, pero quién ha llegado a conocerla sabe a qué me refiero.

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Escribo esto desde mi destino de vacaciones, aunque lo publique cuando vuelva, y lo hago desde un sitio que podría considerarse un paraíso en la Tierra.

Describir la belleza que me rodea es superfluo teniendo imágenes para describirlo, ya que como sabemos una imagen vale más que mil palabras. Pero lo que no puede describirse es la paz de este lugar.

1. El ambiente que te rodea te empuja a la Meditación

Hay algunas voces lejanas y una música suave, pero en un entorno de unos diez metros puedo sentir y vivir un silencio espeso, denso, y dejarlo penetrar en mi interior.

Y en ese silencio, donde no hay un solo pensamiento, descanso y me precipito más y más sin control en el Silencio, hasta llegar a observar el vacío de mi interior. Y ahí, esperar a perder la consciencia de esa observación, para llegar a ese extraño lugar donde duermes sin estar dormido, oyes sin escuchar, percibes sin sentir y todo es paz.

He estado ahí por un tiempo indefinido, hasta que por fin ha aparecido un pensamiento: Meditación… Y he sonreído al escuchar esa palabra, ¿por qué esa precisamente…? Me he sumergido una vez más en el Silencio pero ahora, sabiendo que la magia se había roto y que ya no sería encontrar el vacío, sino buscarlo, me decidido a dejarlo y escribir sobre ello.

2. Las huellas que deja en ti la Meditación

Abro los ojos y, una vez más, todavía con el sabor de la paz bajo la piel. Miro a mi alrededor y siento la turbación de la belleza que me rodea. Consciente de la extraordinaria fortuna que tengo de poder estar aquí, porque esto no es la regla en este mundo sino la excepción, algo dentro de mi, desde un lugar muy profundo más allá de mi propio control, da las gracias silenciosamente.

Y me vuelve la palabra meditación que me ha interrumpido, y me pregunto por qué…

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Casi al mismo tiempo recuerdo a Osho, y su libro Que es Meditación que estaba releyendo una vez más, y recuerdo que en algún lugar de ese libro dice que Dios no es ascético, sino que disfruta de la vida. Dios es más epicúreo de lo que puedes imaginar.

Si piensas en Dios, piensa en términos epicúreos. Dios es la búsqueda permanente de más y más felicidad, placer y éxtasis (*)…

3. La mente siempre está probándonos

Recuerdo en ese momento sus palabras y comprendo la jugarreta de mi mente: Entre bastidores y consciente de ser ignorada por demasiado tiempo, ha logrado encontrar una conexión entre ese momento y mis recuerdos, para volver al centro del escenario.

Pero esto no me molesta, me hace sonreír, porque el mayor problema de algo no es su existencia, sino ignorar dicha existencia, o creer que estás por encima de ese algo. Desde que leí a Eckart Tolle, ya nunca he subestimado la mente y su poder autónomo, que puede ser tanto una bendición como un maldición, la diferencia está sólo en lo que él explica: Poder pararla a voluntad… Toda una proeza.

Antes de Tolle ya había descendido muchas veces a ese mar de silencio más allá de las palabras, pero no era consciente del problema en toda su extensión, por mucho que hubiese leído sobre él, pero a partir de su libro, El Poder de Ahora, dimensioné con más claridad la real envergadura del problema de poder parar la mente, primer paso para que deje de jugar con nosotros.

4. Pero la mente no es el enemigo

Hay quien cree que la domina, pero cosas como el afán de control sobre otros, el dictarles a otros lo que deben hacer o pensar, así como esa búsqueda de tantos de ser gurú, maestro o jefe de otros, más allá de la fácil y certera explicación de vanidad o ego, delatan que están bajo el poder de su mente, porque el deseo de control es un rasgo de la mente. Y ahí es donde interviene y se hace necesaria la meditación.

Pero, por otra parte, creo que la mente, cuando está bien adiestrada, controlada, es una herramienta formidable, algo sin lo que estamos perdidos. Si la Humanidad va a perder la partida frente a sus amos, a quienes rigen los destinos del mundo, no es por su mente, ella no es el problema… El problema no es la mente, no es que sea la loca de la casa, es no saberla controlar y, especialmente, saberla usar como la poderosa herramienta que es.

Pero es que eso requiere ejercicio, atención, trabajo, disciplina y de eso la Humanidad huye… Lo quiere todo regalado, y ya.

5. ¿Cuántas meditaciones hay?

Hay tantas definiciones de meditación como personas, y cada persona defiende la suya. incluso hay quién me ha llegado a decir que para ella meditación era lo que hacía cuando paseaba a su perro… Y no, no es lo mismo meditar mientras paseas a tu perro, que el pasear a tu perro sea meditación. Pero para ella era lo mismo, para qué discutir, hay otras cosas mejores que hacer que intentar aclarar ciertas cuestiones al que es poseedor de la verdad.

Autohipnosis o Meditación... Esa importante diferencia - www.vueloalaliberta.com

He leído mucho sobre meditación y he observado lo alejados que estamos en Occidente de lo que, según sus más acreditados expertos, realmente es meditar. Personalmente me gusta, entre otros, Osho, y en el libro citado dice que meditación es ser consciente de lo que estás haciendo y de lo que está pasando, ahí es donde pasear a tu perro puede ser meditación, pero para que lo sea debes de ser consciente que, como también señala, meditación es silencioLa mente implica palabras, el Yo silencio

Tu mente y lo que eres

Es de destacar como separa lo que eres de la mente, como si esta fuera algo externo o ajeno a quienes somos, no es el único que lo hace, y merece prestarle atención cuando también lo dice alguien como él. Por tanto, si te hablas a ti mismo estarás haciendo otra cosa, tal vez autoinducciones, autohipnosis o autoloquesea, pero no meditación, porque esta es silencio, pero no silencio de estar callado, sino el Silencio de la Nada, del Vacío…

Y esta diferencia la conozco bien, porque la primera vez que me tropecé con una experiencia de meditación de ese orden tenía dieciocho años y fue por accidente (¿existen accidentes especialmente en este área?).

Fue en una presentación del Método Silva de Control Mental, pero no se equivoquen, nunca llamaría a este método meditación en sentido puro, demasiadas palabras y autoinducciones para que así sea, sino que digo que gracias a esa presentación me tropecé con una experiencia de meditación, porque me sumergí por primera vez de forma inconsciente y profunda en el Silencio.

6. Accidentes afortunados, pero tienes que ayudarles

No era ese el propósito del ejercicio, fue algo inesperado, un accidente como quiero llamarlo, pero podía no serlo porque desde que yo recuerdo, quizás con unos nueve o diez años, lo buscaba al sentarme en determinados sitios en silencio, cerrar los ojos y buscar serenidad, paz… Por supuesto no tenía entonces ni idea del significado de esa palabra, menos aún a ciertos niveles, pero algo dentro de mi conocía su significado a nivel emocional y buscaba la sensación que viene de su mano.

Pasó la presentación pero no hice el curso hasta casi diez años después, cuando pude pagarlo por mi mismo y otros accidentes me llevaron a necesitarlo de forma urgente, pero mientras llegó ese momento seguí buscando ciertos sitios, y cierto estado mental, para encontrar eso que ya sí sabía que buscaba, aunque todavía no pudiera definirlo (¿acaso es necesario?).

El Método Silva es admirable (supongo que seguirá siéndolo a pesar de que hace unos diez años que no me acerco por sus seminarios), tanto que siempre lo recomiendo como primer paso para adentrarse en ese control de la mente e, incluso, en los primeros pasos que te pueden llevar a meditar, pero especialmente porque están centrados en la eficiencia y ahí no he encontrado gurús, iluminados ni poseedores de verdades en venta, sino entrenadores, personas centradas en resultados, no en convencerte de nada, y sin egos o creencias que reafirmar a través de lo que enseñan.

7. Caminos para disciplinar la mente

Como decía, el método está lleno de palabras y eso no corresponde a meditar, pero me permitió intentar disciplinar mi mente y empezar a profundizar en su control (reconozco que las más de las veces sin demasiado éxito), y un día practicándolo, de pronto, me encontré nuevamente sin saber cómo frente a él, imponente y poderoso: El Silencio, el Vacío, la Nada…

Tal vez sólo fue un segundo, pero me golpeó con fuerza y recordé la razón por la cual me impactó tanto con dieciocho años. No tiene nada que ver con los ejercicios para acallar la mente, y la experiencia directa le da a cosas tales como, por ejemplo, la práctica del Hara de Durkheim una dimensión diferente que hasta entonces no conocía.

Meditación: Esa

Y entonces, cuando tras ese segundo se ha ido, intentas buscarlo, provocarlo, pero cuanto más lo intentas menos lo logras.

Hasta que descubres que a ese Silencio no le puedes dar órdenes, que se ríe de tus tretas mentales para autoinducirlo. Las cuales, mientras no lo conoces, pueden parecer eficaces, pero que una vez conocido sabes que sólo te proporcionan un artificio.

8. El Silencio sucede

El Silencio sucede como cuando cae una fruta madura, el resto es intentar sacudir el tronco de un grueso árbol buscando ese fin. No me entiendan mal, no digo que esas prácticas sean inútiles, al contrario, son necesarias, pero no para hallar ese Silencio, sino para allanarle el camino, y una vez que ha llegado y Le has reconocido ya no necesitas esas técnicas, puedes prescindir de ellas. Es como la barca que te ayuda a cruzar el río, una vez cruzado ya no la necesitas y puedes abandonarla.

Así, poco a poco, un segundo una vez, dos o tres después, llegas un día a sumergirte sin darte cuenta en ese Silencio y alguien te dice: Te has dormido, miras el reloj y han pasado quizás tres cuartos de hora, pero tú sabes que no dormías, estabas tal vez más despierto que nunca, más consciente de todo lo que te rodeaba que nunca, pero más allá de todo ello que en cualquier otro momento.

9. La Meditación, la de verdad, no sucede todos los días

Y de esa forma te acostumbras a su visita inesperada, porque aunque me he disciplinado y me levanto muy temprano para meditar todos los días, y me pongo incluso una alarma para, cuando me pierdo, regresar para empezar con las tareas del día, soy consciente que la Meditación, la de verdad, no sucede todos los días para los que tenemos que vivir en esta sociedad con todas sus cargas.

Muchos de esos días la mente tiene muchas urgencias/pretextos que resolver contigo, o son esas preocupaciones absurdas que alimentan extrañas energías, o ambas a la vez e incluso otras cosas más, entonces tengo que recurrir a las técnicas de autoinducción (o como se prefiera decir) para tratar de controlar la loca de la casa y lograr ese simulacro de meditación con el que obtener algo de silencio y de paz, que aunque escaso cuando se conoce el Otro, si por lo menos es reconfortante, apaciguador y te ayuda a respirar.

10. Los regalos valiosos no se cuestionan

Pero que no suceda siempre y a voluntad ya no me importa, no me conmueve lo más mínimo. Por una parte, sé que por mucho que algunos presuman de lograrlo con facilidad, en nuestro entorno y con nuestro modo de vida es difícil que sea posible a voluntad, siempre que se quiera (quizás tampoco lo sea para otros en otros entornos a menos que no sean maestros de verdad).

Y. por otra parte. porque también sé que cuando has generado el hábito, o lo que podría llamarse la autopista neuronal (que diría Goleman) para llegar al Silencio, esta se hará con cada una de sus llegadas más ancha, más sólida para que, sin esfuerzo ni artificios mentales, en cualquier momento, incluso el menos esperado o buscado -como ahora en este lugar donde tan poca atención la he prestado-, se haga la Meditación.

Y de su mano te visite el Silencio, el Vacío y la Nada, para llenar como un regalo tu existencia de paz y de sentido.
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(*) Al releer esto para corregirlo se me ha ocurrido que, según Osho, he podido combinar estar de retiro espiritual además que de vacaciones, ¿gracioso o irónico…? No sé, pero curiosa paradoja a buen seguro para ciertos ojos… Y también me ha llegado a la memoria un escrito de Ken Wilder, que muestra hasta que punto difiere el pensamiento de los Auténticos Practicantes al de los Teóricos que sólo rozan la superficie, aunque parezcan muy eruditos. En dicho escrito decía que no bastaba para el equilibrio de una persona el practicar meditación, que había grandes meditadores necesitados de urgente psicoterapia, y recomendaba, para mantener ese equilibrio, hacer también otras cosas como, por ejemplo, levantar pesas…

Es llamativo que diferente piensa el que piensa del que cree pensar.

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