El Próximo Segundo… (2/2)

Un ejercicio para VALORAR EL MOMENTO PRESENTE y, tal vez, cambiar para bien el futuro, centrándonos en la única básica, ese próximo segundo – Parte 2/2 (Ver anterior)

El Próximo Segundo… Ya está aquí… La llegó… Ya se fue…

De esa parte de la mente que es capaz de emitir un pensamiento, antes de que ni siquiera lo pensara, algo como una chispa saltó, y le llegó que, tal vez, la emoción del momento de la siembra podía no ser la correcta…

Próximo Segundo

De entrada lo rechazó, porque se recordaba a sí mismo confiado, seguro en aquel momento del pasado donde tomó aquellas decisiones, pero tenía demasiada experiencia con esas chispas como para despreciarlas.

Muchas veces. esas chispas habían resultado diamantes que habían cambiado su vida. Así que se detuvo un momento a escuchar el pensamiento, que sabía no era suyo, aunque otro en su lugar quizás tendría la arrogancia de considerarlo así.

El pensamiento insistió: ¿Qué emoción además de confianza y seguridad tenías…?

Se dio cuenta de que tenía confianza y seguridad, por esa parte racional tan poderosa en él, por esa inteligencia de la que había leído, hace tiempo, aconsejan a algunos protegerse…

Y se dio cuenta de otras emociones que habían en aquel momento: Necesidad, presión interior por el miedo a no hacer nada, y seguir esperando mano sobre mano, cierta angustia por el momento que estaba viviendo lleno de incertidumbre… No siguió… Se dio cuenta o. mejor dicho, le golpeó la pauta.

¿Qué sentía ahora con respecto a este nuevo problema?

Justo eso: Necesidad, presión, angustia…

Y lo sentía con la fuerza de algo que había brotado más allá de sus expectativas. Se dio cuenta de que todo ese racionalismo, sólo había servido para tranquilizar esos sentimientos, pero no los había podido eliminar de la ecuación. Y sabía que el corazón tenía más poder que la razón.

Cuando sembró esa nueva iniciativa, lo hizo con toda la metodología que la razón indicaba, pero lo regó y abonó con esos sentimientos, los cuales se encontraban ocultos bajo la necesidad de acertar. No había que autoflagelarse por esos sentimiento, eran normales, era lógico que estuvieran allí, sólo que no servían para nada positivo, y él no los había tenido en cuenta.

Y comprendió, con pesar, que ya nada podía cambiar eso, que el presente en realidad es sólo pasado, algo sólido que no se puede cambiar. Lo que únicamente, tal vez, se pueda cambiar, sea el futuro cuyo germen está en el presente. ¿Pero cómo eliminar de la ecuación que crearía su futuro, el miedo que ahora sentía, y sus dudas, inseguridades, pesar…? ¿Cómo hacerlo?

Y sabía, con lo que esa chispa le había comunicado, que si no lo hacía el único futuro que podía aguardarle, a pesar de toda sus inteligentes decisiones, sería más miedo, dudas, inseguridades, pesar…

Y la chispa, en algún lugar de su mente, volvió a saltar para decirle: Concéntrate en el próximo segundo. ¿Qué querría decir?

Sobre lo único que tienes poder es sobre el próximo segundo de tu vida, ¿cómo quieres vivirlo, qué quieres sentir, experimentar, tener…?

La Vida son Segundos que se Amontonan

Y se dio cuenta de lo que quería decir: La vida es el acumulo de segundos.

Si podía mantener su atención fija, en el próximo segundo, en lo que quería sentir, y luego en el siguiente, y en el que vendría después, terminaría por formar un minuto. Y la suma de minutos formaría una hora, las horas días, los días semanas, las semanas meses, los meses años… Su voz interior no le hablaba de grandes desafíos o logros, sólo le decía que prestara atención al siguiente segundo, y que dijera que quería sentir…

Pensó en ello y dijo Felicidad… Respiró y al exhalar repitió Felicidad.

Volvió a hacerlo prestando mucha atención, no en la palabra sino en el sentimiento y se sonrió… Las palabras por sí mismas no tienen mucho valor, para que lo tengan, debe acompañarles el sentimiento que quieren expresar.

Volvió a repetir Felicidad, con la satisfacción de notar como su humor iba cambiando. Hasta llegar a un momento en que exhaló sin poder controlarlo, y oyó un fuerte y prolongado Aaaaah que no parecía salir de él, sino de algo mucho más profundo dentro de él, y que soltaba la presión como un torrente…

¿Es posible crear sin querer hacerlo?

Lo que le hizo sonreír al recordar esa técnica de creación de la que habla Wayne Dyer… ¿Seria posible que, sin querer, y ser consciente de ello, estuviera ahora creado Felicidad…? Y ahí mismo se dio cuenta de que el ejercicio no era fácil, mantener la concentración en una palabra no era nada sencillo ni fácil.

Prestó atención, intentando seguir su instinto más que siquiera intentar dirigir nada, y le llegó como una indicación: ¿Y qué quieres sentir en el próximo minuto? Sintió que un minuto es más largo, y deja espacio para más palabras que una sola, como Felicidad. Así que añadió Paz, Bienestar y otras más, todas ellas llenas de emociones que añoraba, aún más que deseaba. Se dio cuenta de que, ahí, en ese espacio, no había espacio para palabras que no estuvieran unidas a una emoción sólida y positiva…

Y algo dijo dentro de él: ¿Y qué quieres sentir en la próxima hora? Una hora es aún más, y cabían más cosas. Pero se dio cuenta que las cosas que importaban, las fundamentales, no eran tantas.

¿Y qué quieres sentir y vivir en el próximo día?

Pero el Segundo es la Unidad Fundamental

¿Vivir? Eso añadía espacio para más cosas, y pensar en todas ellas le hacía sentirse bien, y se dio cuenta de que, de no haberse podido concentrar en una sola palabra y en un solo segundo,
no habría llegado hasta aquí. Su estado emocional había cambiado…

Tenía que pasar primero por ese segundo, lograr que ese segundo fuera diferente y, si lo conseguía, entonces podía ir más lejos. Pero sin superar esa barrera, era imposible ir más allá, la clave era ese segundo.

Pero la voz no se calló:

¿Y qué quieres sentir y vivir la próxima semana…

Y el próximo mes…

Y el próximo año…

Y el resto de tu vida?

Se dio cuenta de que su chispa también le decía aquello, tan viejo, de que lo pusiera por escrito, y que con todo ello le acababa de entregar un nuevo ejercicio, sencillo pero que no sería fácil de llevar a cabo, porque requería concentración y voluntad.

Un ejercicio que no sabía si cambiaría algo en su vida, pero un ejercicio por el que merecía la pena intentarlo, porque no tenía nada que perder.  No le costaba nada más que su tiempo, su atención y, tal vez, podría cambiar su vida. Podría cambiar el agua y el abono con el que acompañaba lo que sembraba, ¿funcionaría…? Sólo el tiempo podría decirlo.

¿Qué quieres sentir en el próximo segundo… Y en el siguiente… Y en el siguiente…?

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